Cuando uno nace, ya entra a formar parte de un grupo familiar, rodeado de personas que llegaron antes que nosotros y toca crecer juntamente con ellos: nuestra familia. Nacemos siendo parte de un grupo familiar, y por ende de una sociedad. Es en la familia donde aprendemos a querer, a sentir amor genuino por aquellos que nos rodean, nuestros padres, hermanos, o personas que hayan tenido bajo su cuidado la responsabilidad de formarnos. La formación de una persona se hace en casa, la educación se hace en los colegios, institutos y universidades. La fe en Cristo, la ética y moral se enseñan en casa. De una familia puede surgir un personaje eminente o un delincuente para la sociedad.
Es en la familia donde nos formamos como entes sociales con una cultura y comportamientos acordes a las buenas costumbres de la sociedad donde nos encontremos y pertenecemos.
Nuestros primeros amores son los integrantes de nuestra propia familia. Las amistades son nuestros segundos amores y puedo decir que son de suprema importancia para nuestro crecimiento como personas o nuestro fracaso dentro de la sociedad. Esto ya depende de nosotros pues somos nosotros mismos quienes las escogemos.
Nuestros primeros amores son los integrantes de nuestra propia familia. Las amistades son nuestros segundos amores y puedo decir que son de suprema importancia para nuestro crecimiento como personas o nuestro fracaso dentro de la sociedad. Esto ya depende de nosotros pues somos nosotros mismos quienes las escogemos.
Una que otra vez me encontraba casualmente a con alguna compañera de estudios, con alguna amiga de la infancia, de mi adolescencia y con algunas que he conocido en el transcurso del tiempo. Debo decir que cada vez que veía a alguien conocido (hombre o mujer) tiempos atrás, mi corazón se llenaba de alegría. Aquellas amigas que fueron relevantes durante mi infancia, mi adolescencia y en estos días de mi edad madura nunca pude borrarlas de mi mente y corazón. Con algunas alcance a tener una pequeña y furtiva conversación, con otras apenas pude saludarlas a distancia.
Hace ya un tiempo, pensandolas en mis meditaciones y oraciones, opte por conseguir sus números de celular para no perderlas de vista. Un dia, descubri que bien podía juntarlas en un grupo de whatsapp para poder hablarles a la vez (sabiendo que se conocían entre ellas) y de corazón, sin saber lo que esto acarrearía para nuestra bendición.....¡¡boooom!!, para mi gran sorpresa comenzaron a aparecer compañeras de estudios que conocía y otras que no recordaba haberlas conocido pero que formaban parte del entorno de estas compañeras y amigas. Y les confieso que ha sido maravilloso tener al alcance tal grupo de maravillosas mujeres.
Un dia logramos reunirnos en casa de una de ellas y pudimos algunas volver a vernos después de tantos años. ¡¡Fue emotivamente hermoso!!.
Considero que la amistad ha de ser genuina, sin dobleces (como reza una canción de un grupo de amigas). Si yo amo a una amiga, debo amarla con todo lo que ello acarrea, amarla con sus alegrías y "ahí" en sus momentos de dolor o tristeza. Debo amar aun a quienes ella ama aunque eso cueste. ¿Difícil?, sí, es difícil, muy difícil en ocasiones, pero no puedo decir que quiero a una persona y no soporto a su hijo o a su esposo o familiar. Sencillamente evito hacer comentarios acerca de aquel pues se que en el fondo aquel que la hace sufrir puede ser uno de sus grandes amores, solo debo estar allí para aconsejarle y abrazarle cuando más lo necesite.Tampoco puedo entender que se deje de amar a alguien por haberse equivocado ( ni que fuéramos marcianos o extraterrestres para no errar). Lo que si no soportaría en una amistad es la hipocresía y la mentira.
Mi papa un dia me dijo, viendo mi excesiva sinceridad en mis palabras y actitudes, que la excesiva sinceridad (valga la redundancia) no era buena, pues caeríamos sin querer en indiscreciones y podríamos lastimar a alguien con ello. Lastimosamente, tarde lo entendí. Con mis palabras heri a dos personas que amaba de verdad, solo que me deje llevar por el dolor de no ser correspondida en la amistad que ofrecía (no se puede obligar a nadie a que sea como tu quieres que sea); recuerdo haberles hablado con mucha calma y franqueza dándome cuenta del daño que le estaban causando mis palabras, pero fue más fuerte mi desahogo que el valor que esa amistad tenía para mi. A una de ellas volví a verla y pude ver que no guardo rencor e su corazón hacia mi; a la otra, jamas volvi a verla y ni supe mas de ella.
Igual creo que si una persona no "soporta" a alguno de los míos, sencillamente no podría intensificar una amistad para con ella, pues considero que al menos ha de haber respeto de una por la otra. De parte de Dios he de amar y soportar a mis amistades y conocidos, siempre y cuando no salgan de los parámetros bíblicos en los que fui formada.
Primero amo a mi hermoso Dios y Padre Celestial, después a mi esposo, a mis hijos, a mi familia, después a todos los demás, incluyendo la congregación. Pero Dios por encima de todo y de todos.
Hace ya un tiempo, pensandolas en mis meditaciones y oraciones, opte por conseguir sus números de celular para no perderlas de vista. Un dia, descubri que bien podía juntarlas en un grupo de whatsapp para poder hablarles a la vez (sabiendo que se conocían entre ellas) y de corazón, sin saber lo que esto acarrearía para nuestra bendición.....¡¡boooom!!, para mi gran sorpresa comenzaron a aparecer compañeras de estudios que conocía y otras que no recordaba haberlas conocido pero que formaban parte del entorno de estas compañeras y amigas. Y les confieso que ha sido maravilloso tener al alcance tal grupo de maravillosas mujeres.
Un dia logramos reunirnos en casa de una de ellas y pudimos algunas volver a vernos después de tantos años. ¡¡Fue emotivamente hermoso!!.
Considero que la amistad ha de ser genuina, sin dobleces (como reza una canción de un grupo de amigas). Si yo amo a una amiga, debo amarla con todo lo que ello acarrea, amarla con sus alegrías y "ahí" en sus momentos de dolor o tristeza. Debo amar aun a quienes ella ama aunque eso cueste. ¿Difícil?, sí, es difícil, muy difícil en ocasiones, pero no puedo decir que quiero a una persona y no soporto a su hijo o a su esposo o familiar. Sencillamente evito hacer comentarios acerca de aquel pues se que en el fondo aquel que la hace sufrir puede ser uno de sus grandes amores, solo debo estar allí para aconsejarle y abrazarle cuando más lo necesite.Tampoco puedo entender que se deje de amar a alguien por haberse equivocado ( ni que fuéramos marcianos o extraterrestres para no errar). Lo que si no soportaría en una amistad es la hipocresía y la mentira.
Mi papa un dia me dijo, viendo mi excesiva sinceridad en mis palabras y actitudes, que la excesiva sinceridad (valga la redundancia) no era buena, pues caeríamos sin querer en indiscreciones y podríamos lastimar a alguien con ello. Lastimosamente, tarde lo entendí. Con mis palabras heri a dos personas que amaba de verdad, solo que me deje llevar por el dolor de no ser correspondida en la amistad que ofrecía (no se puede obligar a nadie a que sea como tu quieres que sea); recuerdo haberles hablado con mucha calma y franqueza dándome cuenta del daño que le estaban causando mis palabras, pero fue más fuerte mi desahogo que el valor que esa amistad tenía para mi. A una de ellas volví a verla y pude ver que no guardo rencor e su corazón hacia mi; a la otra, jamas volvi a verla y ni supe mas de ella.
Igual creo que si una persona no "soporta" a alguno de los míos, sencillamente no podría intensificar una amistad para con ella, pues considero que al menos ha de haber respeto de una por la otra. De parte de Dios he de amar y soportar a mis amistades y conocidos, siempre y cuando no salgan de los parámetros bíblicos en los que fui formada.
Primero amo a mi hermoso Dios y Padre Celestial, después a mi esposo, a mis hijos, a mi familia, después a todos los demás, incluyendo la congregación. Pero Dios por encima de todo y de todos.
"Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; soy como una campana desafinada. Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas.
Si no tengo amor, de nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás. El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie. No es orgulloso. No es grosero ni egoísta. No se enoja por cualquier cosa. No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino que hablan co la verdad. El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de soportarlo todo. Solo el amor sirve para siempre.."
(1 de Corintios 13:1- 8a)
Comentarios
Publicar un comentario